martes, 14 de abril de 2015

La mirada. Su mirada.

Que curioso es esto que llaman vida. Vivir. Sentir. Aprender. Evolucionar.
Cada época de la vida reporta cosas diferentes. Son esas idas y venidas que sorprenden. Vive en un constante proceso de estabilización. De adaptación a las circunstancias que se desarrollan en cada etapa. Y justo en el preciso momento en el que piensa, cree, supone que todo esta en calma... ¡zas! Algo pasa. Todo se da la vuelta sin que apenas pueda reaccionar. Y vuelve otra vez a descubrir cosas nuevas. Bueno, realmente no son nuevas. Son esas cosas que pensaba que todavía iban a tardar más en llegar. Crecer lo llaman. Así es. Te llega y te llega, no se puede evitar por mucho que te empeñes. E inevitablemente cambia. Cambia hábitos, formas de pensar, de reaccionar ante los problemas. Y un día se encuentra dando consejos sobre la vida como si fuera el sabio más sabio de todos los tiempos diciendo aquello de "te lo digo por experiencia". Que gracia, por experiencia dice... Cuando realmente la que tiene la cabeza echa una maraña y la vida por resolver es sencillamente ella misma. Esa chica que aparenta paradójicamente no temer a nada ni a nadie. 

Si si, tú. No te escondas ni mires para otro lado que sabes que es cierto. 

¿Qué hacer cuando todo parece dar giros sin parar? ¿Y si fuera tan sencillo como mirar al punto fijo para no marearse? Centrar las fuerzas en un objetivo, mirarlo fijamente y luchar por él sin importar nada más. Y así va a ser, se siente con más fuerzas que nunca. Pero lo más importante son las energías que la rodean. Esas energías positivas que le transmiten las personas que están a su alrededor. Aquellas que comparten en su día a día sus alegrías pero también sus tristezas. Esas voces que le dicen una y otra vez que crea en ella. Que puede conseguir todo aquello que se proponga.

Es que como bien dijo el gran Eduardo Galeano: "Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos".


Y cuando llegan los momentos de nervios, duda o desconcierto siempre recuerda esa mirada que le aporta paz y calma con solo un pestañeo. Esa mirada que ha traído magia a su vida e ilusión por creer en cosas bonitas. Que le hace pensar que todo es posible si crees en ello. Esa mirada tan especial que la cautivó desde el primer día. Esa mirada color miel. La mirada. Su mirada.

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